Ya queda menos para la ansiada ceremonia de los Oscar, donde se premia a las “mejores” películas del año cinematográfico y esta edición vuelve a estar cargada con grandes filmes que maravillaron a cinéfilos de todo el mundo. Y con eventos de este tipo siempre nos vemos empujados a intentar predecir -con menor o mayor acierto- aquellas que creemos merecen ser premiadas. Como carezco del don premonitorio, he tenido que hacer uso de mucha deliberación para resolver esta quiniela de los Oscar que se antoja complicada de acertar. Para elegir a mis ganadores hice uso de mis preferencias además de buenas dosis de objetividad, juzgada en base al historial con el que llegan cada uno de los nominados. Recuerdo, ahora más que nunca, que mi intención no es emitir verdades absolutas al respecto sino dar mi punto de vista al respecto. Dicho esto, comencemos la predicción…




Mejor película


  • La La Land. Si bien el voto no es unánime, creo que sería justo decir que La La Land se ha llevado la mayoría de los elogios por parte de la industria además del público. El colorido musical de Damien Chazelle se planta en la gala habiendo arrasado en los Globos de oro, los BAFTA y los Premios del Sindicato de Productores. Si bien no hay ninguna norma establecida al respecto, la historia reciente nos indica que aquella obra que se alce victoriosa en estas tres ceremonias tendrá grandes posibilidades de hacerse también con este premio. 


Mejor director 

  • Damien Chazelle. Vuelvo a repetir el mismo mantra de antes; Chazelle lleva un récord estelar de premios entre los que se incluyen también un Globo de Oro, un BAFTA y el Premio del Sindicato de Directores. Por supuesto que llegada la entrega del premio, la Academia podría sacarse un conejo de la chistera y dejarnos a todos alucinando pero lo más lógico sería pensar que esto no va a ocurrir. 


Mejor actor principal 

  • Casey Affleck. Aquí ya entramos en terreno pantanoso, ya que el espectro de posibilidades se abre considerablemente; tres son los contendientes que suenan con más fuerza. El primero y el que, en mi opinión, menos posibilidades tiene de ganar el premio es Ryan Gosling por La La Land. ¿Las razones? Porque Emma Stone lo ha eclipsado sistemáticamente en cada ceremonia -él colecciona nominaciones- y porque sus rivales parecen llegar con más fuerza. Estos no son otros que Denzel Washington por Fences y Casey Affleck por Manchester frente al mar; ambas con mayor peso dramático y protagonismo respectivamente. Al final, por eliminación elegí a Casey Affleck porque su película está un peldaño por encima de la de Washington. 


Mejor actriz principal 

  • Emma Stone. Nos encontramos en un caso similar, donde no hay un gran favorito. Pienso que la ganadora estará entre Emma Stone o Natalie Portman puesto que ambas han sido las más elogiadas por sus respectivos trabajos. Luego irrumpe Isabelle Huppert en escena, la tercera en discordia, para crearnos más dudas al respecto. Sin embargo, creo que la controvertida naturaleza de su film no se presta tanto a grandes premios como La La Land o Jackie


Mejor actor de reparto

  • Mahershala Ali. No he visto Moonlight con lo cual poco puedo aportar en esta categoría pero si me preguntarais dónde pondría mi dinero…primero os diría que no apuesto y luego que, de apostar, lo haría en este actor. Si vamos uno por uno, Lucas Hedges y Dev Patel quedan eliminados: uno por carecer de relevancia en su film y el otro porque el peso de Slumdog Millionaire pesa sobre sus espaldas. A priori, el gran papel de Michael Shannon en Animales Nocturnos parece el único que puede plantarle cara.


Mejor actriz de reparto 

  • Viola Davis. Buena categoría este año, que cuenta con figuras que resurgen como la de Nicole Kidman y caras nuevas como la de Naomie Harris. Sin embargo, nada parece que pueda interponerse en el camino de la actriz de Fences y el Oscar. Sin duda una de las que más merecido lo tienen después de haber sido nominada hasta en dos ocasiones por su trabajo en Criadas y Señoras (2011) y La duda (2008).


Mejor película de habla no inglesa 

  • Toni Erdmann. Otra categoría que parece dictada para sentencia es ésta, más aún tras la noticia de un más que probable remake estadounidense protagonizado por Jack Nicholson y Kristen Wiig. Sin embargo, más vale que Maren Ade y su equipo no canten victoria porque la cinta iraní El viajante está ganando enteros tras la polémica noticia de que a su realizador Asghar Farhadi no le dieron el visado estadounidense para ir a la gala. Su victoria indicaría una respuesta clara y concisa por parte de Hollywood al gabinete del Presidente Trump.


Mejor guión original 

  • Manchester frente al mar (Kenneth Lonergan). Mi primera reacción en cuanto salí de ver esta película fue: ¡este guión está destinado a ganar el Oscar! Lo siento por la competencia -especialmente por el gran guión de Yorgos Lanthimos en Langosta- pero las cotas de angustia y pesar que caracterizan al guión de Lonergan son demasiado elevadas para el resto de competidores.

Mejor guión adaptado

  • Moonlight (Barry Jenkins). Aquí me baso únicamente en la opinión predominante de críticos, guionistas y en general cinéfilos que han tenido oportunidad de verla y vitorean su nombre como claro ganador. Poco más puedo decir salvo que August Wilson hace un trabajo magnífico en la adaptación de su obra y merecería también un reconocimiento a su obra.

Mejor fotografía

  • La La Land (Linus Sandgren). Cuando hablamos de ésta obra resaltamos entre otras cosas la bucólico de sus escenarios, la magnificencia de la ciudad en la que se ambienta y la magnífica captura de las expresiones faciales de sus protagonistas. Nada de esto habría sido posible sin la inestimable ayuda de la cámara y, por supuesto, su camarógrafo Linus Sandgren. La forma en la que emplean los movimientos continuos de cámara para hacernos partícipes de cada escena y de cada baile es digna del galardón. 


Mejor diseño de producción

  • La La Land. Aunque creo que Animales fantásticos puede tener alguna opción para arrebatarle las mieles del éxito, creo que esas opciones se acercan más al milagro que a la realidad. Los escenarios de esta película han sido los mejores del año sin ningún género de duda.

Mejor película de animación

  • Kubo y las dos cuerdas mágicas. ¿Cómo decidir: con el corazón o con la cabeza? El sentido común y los datos muestran que Zootrópolis parte como clara favorita pero luego pienso que Kubo se merece más el premio. Antes esta duda, prefiero pensar que el arte se impone a los números y que David (el estudio Laika) puede vencer a Goliath (Disney). El cuidado artístico y argumental contra el entretenimiento puro y duro. No tengo seguro quién se alzará con la estatuilla pero este año la categoría promete tensión.


Mejor documental

  • O.J. Made in America. Donde caben menos dudas es en cuanto al mejor documental del año. Después de que la serie American Crime Story llevará la historia de O.J. Simpson a ganar cinco Emmys, creo que nadie discutirá el impacto que tuve (y que tiene) en la sociedad norteamericana la noticia de su caída en desgracia; desde su presunción de inocencia hasta su posterior pena de cárcel por homicidio, pasando por aquella televisada persecución policial que asombró al mundo entero. Opino que la sombra mediática que arrastra consigo este personaje es lo suficientemente alargada como para ocultar el gran trabajo de otras nominadas, como I Am Not Your Negro o Enmienda XIII


Mejor banda sonora

  • La La Land (Justin Hurwitz). No me voy a extender demasiado ya que considero absurdo considerar a cualquier otro nominado como potencial contrincante. La La Land jamás hubiera obtenido catorce nominaciones así como el clamor del público y de la crítica por igual si la banda sonora no fuera igualmente extraordinaria.

Mejor canción

  • La La Land (City of Stars). La canción que todos recuerdan y que simboliza el mensaje de la mejor película del año no podría quedarse sin ganar su estatuilla. 

Mejores efectos visuales

  • El libro de la selva. Nadie pone en solfa la tremenda calidad de los efectos especiales de Doctor Extraño o Rogue One, sólo que hubo otra que las barrió a todas este año. La superproducción de Jon Favreau nos traía la selva a las pantallas, literalmente. Creo que no ha habido nunca un alarde de poderío tecnológico tan prodigioso como el que Disney emplea en esta adaptación del reverenciado clásico de animación. 

Mejores efectos sonoros

  • Hasta el último hombre. Probablemente desde Salvar al soldado Ryan (1998) no veíamos un retrato tan fiel de la guerra en nuestras pantallas. Curiosamente la cinta bélica de Spielberg ganó esta misma estatuilla aquel año, por lo que es fácil tender puentes entre ésta y la producción de Mel Gibson. En mi opinión, esa género siempre parte con cierta ventaja pero no por favoritismos sino por méritos; tengamos en cuenta que el buen o mal uso de los efectos sonoros tendrán más impacto sobre el producto final que en otros géneros. La otra película que en mi opinión lo hizo excelente fue La Llegada aunque lejos de ésta primera, tanto en inmersión como en rango.


Mejor montaje

  • La La Land. Creo que no hay dudas sobre la brillantez de su apartado técnico y el montaje no hace más que amplificar todo lo demás. El dinamismo y energía de sus coreografías y la fluidez de su narrativa hacen de éste uno de los premios más claros en la noche de los Oscar.

En definitiva, mis predicciones indican que La La Land se alzará como la gran ganadora de la noche de los Oscar con ocho estatuillas aproximadamente. Además, intuyo que los premios referidos a la interpretación estarán mucho más abiertos que los técnicos (fotografía, montaje o banda sonora entre otras) donde el film de Chazelle se proclamará vencedor casi con toda probabilidad; y es que, aunque han habido grandes obras este año, todas parecen haber quedado parcial o completamente eclipsadas por el musical sorpresa del año cinematográfico. No obstante creo que poderosos dramas como Fences, Comanchería o Manchester frente al mar contemplan mayores probabilidades de éxito en los apartados interpretativos y narrativos. En cuanto a mejor largometraje de animación, la cosa parece estar entre Zootrópolis (gran favorita si observamos las estadísticas) y la pequeña obra maestra de Laika, Kubo y las dos cuerdas mágicas

¿Estáis de acuerdo con mis predicciones? ¿Echáis de menos a alguien entre los nominados? Como siempre, os invito a dejar vuestras opiniones en la sección de comentarios debajo de este artículo. Hasta otra, pasadlo bien y disfrutad del cine. Saludos! 

Del 24/02/17 al 26/02/17

HACE 10 AÑOS...


En 2007, Clint Eastwood decidió mostrar los horrores de la guerra desde una perspectiva pocas veces vista como es la del enemigo. El ejercitó nipón comandado por el Emperador Hirohito fue uno de los aliados fundamentales del Tercer Reich en la guerra del Pacífico. Rodada íntegramente en japonés, Cartas desde Iwo Jima nos traslada a la contienda más cruenta del Pacífico -que vio morir a unos 20'000 soldados japoneses y 7'000 americanos- desde la perspectiva del general Tadamichi Kurabayashi, interpretado por el gran Ken Watanabe. Eastwood tiende una mirada comprensiva hacia este bando del Eje; demostrando que, en la guerra, no hay vencedores ni vencidos. Más tarde llegaría Banderas de nuestros padres, una continuación que queda lejos de la soberbia que alcanza este clásico del antibelicismo. El poderío con el cual Eastwood retrata esta realidad a menudo oculta por el bando aliado es digna de admiración; imparcialidad y objetividad cinematográfica en su máximo esplendor. No obstante, es la emotiva y carismática interpretación de Watanabe la que consigue que este film sea de obligado visionado para cualquiera ávido por conocer mejor la historia reciente de la Humanidad. Para ver todas las tonalidades del conflicto armado hay que apreciar más allá de los blancos y los negros.


Esta semana de febrero fue sin duda toda una prueba para el espectador valeroso. Si la cinta de Eastwood nos retrotraía a la II Guerra Mundial para mostrarnos la realidad del bando enemigo, el realizador germano von Donnersmarck creaba en su ópera prima un thriller de espionaje ambientado la Alemania Oriental de la Guerra Fría que cortaba la respiración. Un concepto tan básico como el de un agente de la Stasi poniendo escuchas en el piso de una pareja de prestigiosos artistas termina por convertirse en un film denso sobre los cuestionables métodos de la RDA gobernada por el bando comunista. No deja de resultarme curioso cómo la "supuesta" enemiga del fascismo cayó en su misma metodología -quizá sea el reverso de la misma moneda, ¿quién sabe?- donde el derecho a la privacidad y a la libertad de expresión se veían igualmente vulnerados. Magníficas interpretaciones del trío protagonista que, junto a una historia que te atrapa lentamente en su espiral dramática, logran crear uno de los grandes filmes del cine alemán reciente. 






Cuento con los dedos de las manos las ocasiones en las que he salido de una sala de cine sintiendo un baño emocional como el que me ha ofrecido Kenneth Lonergan en su última obra, Manchester frente al mar. Producida por Matt Damon y protagonizada por Casey Affleck, la cinta cuenta la historia de Lee Chandler; un hombre solitario, deprimido y castigado por un pasado del que se esconde detrás de un trabajo como conserje en Boston. Un día, mientras trabaja, Lee recibirá una llamada que le obligará a remover ese pasado. Como digo, estamos ante uno de los filmes más demoledores en años en gran parte por la atinada interpretación de Affleck así como por la forma en la que Lonergan narra este punzante relato sobre las desdichas de un pobre desgraciado. A diferencia de otros grandes realizadores como Michael Haneke, que optan por una austeridad cinematográfica agobiante, este ofrece una visión más realista sobre la vida; donde la tristeza y la alegría están separadas por una delgada línea. En el caso de nuestro protagonista, esto se hace evidente; su gris existencia se entrelaza con unas infrecuentes interacciones sociales que, en ocasiones, derivan en situaciones cómicas. Y digo que es más punzante porque nunca sabes cuando la vida te va a noquear; de un momento a otro, tu vida puede pasar de la prosperidad a la miseria en cuestión de minutos. Así sin más, por azares del destino o jugarretas cósmicas, tu existencia se convierte en un suplicio.

Manchester frente al mar cuenta con interpretaciones excepcionales, tanto la principal como las secundarias (en ocasiones, éstas la superan) pero el gran culpable del éxito es sin duda el guión. Gran parte de la carga emocional del filme se sustenta en la grandeza de este tour de force argumental confeccionado por Lonergan. Los tiempos están muy bien medidos; los momentos dramáticos calan pero no ahogan al espectador ansioso por conocer más sobre estos atormentados personajes. Todos estas duras revelaciones sobre el pasado del protagonista no hacen más que descubrir las razones que explican porque se comporta como se comporta con todo el mundo; frío y recluido, la figura de Affleck deja poco lugar para la ligereza. Sin embargo, eso no impide que haya algún que otro momento cómico -sobretodo en el primer tercio de la cinta- para socorrernos de su cáustico carácter. Además, la compañía de su inseparable sobrino, un adolescente de 16 años, resultará una pieza esencial a la hora de ofrecernos otro punto de vista a este drama tan personal; Patrick Chandler parece vivir ajeno a la tragedia que le rodea, quizá porque atraviesa una etapa en la cual los ligues de instituto cobran mucha importancia o puede que lo haya integrado mejor que su tío. Sea como fuere, por un accidente del destino ambos se ven obligados a convivir el uno con el otro y esta relación que al principio parece condenada al fracaso va edificándose a medida que descubren más del otro (y de sí mismos). 


Pasando al apartado interpretativo, Casey Affleck (el hermano pobre de Ben Affleck) vuelve a demostrar que aunque no disfrute de la fama de su hermano, cuenta con mucho más talento interpretativo. Remontándome a El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007) donde su escuálida seriedad y mirada fría conformaban ya un tándem cuanto menos inquietante, que nos hacía imaginar el día en el que tendría su oportunidad de brillar. En Manchester frente al mar, el escenario es prácticamente suyo (con notables excepciones de Michelle Williams); aquí nos muestra una interpretación marcada por el peso del tiempo y la desesperación suprema. Lee Chandler está hecho a medida para nuestros tiempos de pesimismo y amargura y Affleck tiene la tarea de darle vida (o mejor dicho de quitársela). Pocas veces en los últimos años un actor había hecho un retrato tan lastimoso y afligido de un personaje y aún así, pese a su sufrimiento inconmensurable, comprendes que no tenga otra salida para su vida; el macabro destino le ha arrebatado sus cartas y ha perdido la apuesta. Parece un caso perdido hasta que le surge esta nueva oportunidad para resurgir, corregir errores y hacer la paz consigo mismo. Por otro lado tenemos al sobrino de este, interpretado con sorprendente entereza por Lucas Hedges, que se lleva la gran mayoría de escenas cómicas y tiene una presencia un tanto intermitente. El único inconveniente, no tanto en su actuación como en la irregularidad de su papel, es que Lonergan deja algo más de lado su arco dramático de lo que me hubiera gustado. En ocasiones creo que se desaprovecha su papel en el desarrollo del film. Sin embargo, si hay un personaje que con poco hace mucho ese es el de Michelle Williams; una auténtica prestidigitadora cinematográfica, que aparece cuando se la demanda para dejarnos a todos asombrados con su capacidad interpretativa. Su papel podría haber pasado por alto -culpa de un guión que sufre en el detalle de la mayoría de secundarios- sino fuera por su arrollador talento que llega incluso a ensombrecer el trabajo de Casey Affleck.


Por último querría hablar del apartado visual y sonoro de la película, empezando por el ejercicio de cámara de Jody Lee Pipes; dicen que una buena fotografía debe pasar desapercibida, mimetizarse en la acción. Y es que la características que definen este film no permite demasiadas florituras u ornamentos visuales que distraigan al espectador -salvo que te llames Terrence Malick, claro-. Creo que como público tenemos una idea equívoca de la fotografía. Esta no debe, por obligación, ser revolucionaria como lo fuera Lubezki con Gravity, Birdman o El renacido sino mostrar aquello que quiere expresar el realizador; no es ni más ni menos que otro instrumento más dentro de su kit de herramientas. Todo radica en el sentimiento que quiera transmitirse al espectador. Cierto es que Silencio, con todo el significado metafísico que subyace, puede resultar más espectacular pero eso es porque Scorsese busca transmitir información constantemente. Lo mismo podría decirse de una banda sonora que brilla por su ausencia, a excepción de una suave música coral acompañada por imágenes del pueblo pesquero donde se ambienta.

En definitiva, Manchester frente al mar es una experiencia recomendable para el enamorado al drama más puro. Se me hace complicado hablar más de un film que debe verse para sentirlo y entenderlo; busca conmover al espectador y lo consigue con creces. A menudo nos hablan de las películas hechas a medida para la sensibilidad de los Oscar, aunque lo que de verdad quieren decir es que es un melodrama infumable. Lonergan consigue aunar ambas con maestría, contratando por un lado a un actor poco dado a comportamientos espasmódicos mientras por el otro nos cuenta una historia desgarradora. Repito que le falta algo de profundidad a sus personajes secundarios, lo cuál hará que no quieras volver a verla en mucho, mucho tiempo pero es innegable la calidad de una narración que se convierte en una de las grandes favoritas al premio de la Academia.


7.5/10: UNA CORONA DE ESPINAS PARA EL HOMBRE




 Ficha técnica

Título original
: Kikujiro no natsu

Año: 1999

Duración: 120 min.

País: Japón

Director: Takeshi Kitano

Guión: Takeshi Kitano

Fotografía: Katsumi Yanagishima

Música: Joe Hisaishi

Género: Comedia dramática. Road movie

Reparto: Takeshi Kitano, Yusuke Sekiguchi.

Sinopsis: Tras finalizar el año escolar, un niño de nueve años pasa las vacaciones de verano aburriéndose en casa de su abuela. Todos sus amigos se marchan de vacaciones menos él. Sin embargo, un buen día y sin que la abuela lo sepa, decide emprender un viaje para buscar a su desaparecida madre. Su acompañante y tutor no será otro que un extravagante ex yakuza.

Comentario: Un filme extraño -en el mejor sentido de la palabra- que navega entra la comedia extravagante y el drama de un niño que busca desesperadamente a su madre. Takeshi Kitano (director y guionista) no esconde que su personaje, Kikujiro, es tan grosero y pícaro como aquel en el que está basado: su padre. Quizá sea por eso que pese a todas las situaciones inverosímiles que atraviesan su personaje y Masao, su relación termine siendo tan valioso para el niño. El título está bien acertado cuando habla antes de Kikujiro que de Masao, ya que el verdadero viaje -introspectivo- es el del adulto; él es el que más aprende de su amistad con el crío y el que más cambia a raíz de esta experiencia.

Más recomendaciones siguiendo este enlace: 
http://universolumiere.blogspot.com.es/search/label/Cine%20en%20casa

Fuente (Imágenes): http://www.filmaffinity.com/es/film905841.html
En esta ocasión decidí cambiar el Top 10 por el 11 y aunque el número no quede tan redondo, creo que la lista sí es ajustada. Hubo tantas grandes películas el año pasado que me fue difícil excluir ninguna y si echáis de menos alguna, no temáis, puede deberse a que no haya podido verla aún. Algunas como Fences, 20th Century Women, Jackie o Animales nocturnos permanecen aún entre los filmes más notables que me quedan por visionar. Soy consciente que muchas de estas podrían entrar perfectamente en la lista pero preferí no retrasar más la publicación; por ello no las veréis. Como siempre, esta lista es subjetiva; si no os gusta, os invito a dejar vuestros cambios o sugerencias en la sección de comentarios debajo de este artículo. Y sin más dilación, comencemos con lo mejor del año 2016…

Menciones honoríficas: The Neon Demon , El hombre de las mil caras , Tarde para la ira, La Llegada , Los exámenes, Sing Street y Rogue One

11) Dos buenos tipos. Recuerdo cuando el cine de acción lo protagonizaban personajes de carne y hueso. Recuerdo aquellas abanderadas del cine de acción de los 80 y 90 que bordaban el entretenimiento ligero de garantías. Ya fuese Mel Gibson y Donald Glover en Arma Letal o Eddie Murphy y Nick Nolte en Límite: 48 horas, todas aquellas obras nos traen recuerdos de un pasado que parecía sepultado en pro de Transformers y héroes del cómic. Sin embargo, Shane Black (Kiss Kiss Bang Bang) lo trae de vuelta con este divertido e irreverente título protagonizado por la inverosímil pareja formada por Ryan Gosling y Russell Crowe –sin olvidar a la tercer en discordia; la novicia Angourie Rice-. Esta historia cómico-detectivesca sobre dos investigadores privados caídos en desgracia que juntan sus dudosos conocimientos para resolver un misterioso caso de asesinatos y desapariciones en la industria del porno del Hollywood de los 70. Uno de los guiones más ingeniosos, cargado de buenos diálogos y escenas surrealistas; personajes protagonistas carismáticos y actuaciones afines; magnífica banda sonora y ambientación setentera y mucho más. Dos Buenos Tipos es una de las películas más buenrollista del año.


10) Un monstruo viene a verme. J.A. Bayona cierra su trilogía maternofilial con este drama sobre el complicado tránsito de la niñez a la madurez; sobre la relación entre un niño y su madre y el miedo a la finitud; al titánico reto de afrontar problemas adultos a una edad prematura. Todo estos temas se tratan con una sobriedad sorprendente en un realizador de tan escueta filmografía. El guión, adaptado por Patrick Ness de su propia novela, es junto a la dirección de Bayona el gran éxito de la película. Cuenta con una narración, fluida y dinámica, llena de emociones excelentemente expresada del papel a la pantalla. Las actuaciones protagonistas de Felicity Jones y Lewis McDougall sustentan este relato íntimo y personal. Cabe añadir que ésta es una de las cintas más bellamente narradas del año y cuenta con unos recursos visuales que harán las delicias del espectador. En definitiva, Bayona demuestra por enésima vez su habilidad como narrador de historias.


9) Langosta. Tras Canino, el realizador heleno Yorgos Lanthimos ha vuelto a hacer una comedia negra deliciosamente retorcida; en esta ocasión centrada en los obstáculos de la sociedad actual. Cimentada sobre unas actuaciones brillantes, entre los que destacan un impertérrito Colin Farrell y la siempre atractiva Rachel Weisz -además de Léa Seydoux o John C. Reilly como secundarios de lujo-, esta obra sobre el temor a la soledad y cómo convivir con ella encierra una de las lecciones más mordaces y acertadas sobre la vida social moderna.


8) Silencio. Y hablando de belleza dentro de un mundo monstruoso, ¡qué mejor que la última obra de la leyenda Scorsese! Entiendo que a muchos les haya dejado fríos, porque no se ambienta en el mundo del hampa sino en el Japón feudal del siglo XVII y porque su metraje puede hacerse interminable. En cuanto a mi, su narración consiguió cautivarme desde sus impactantes inicios hasta las revelaciones finales. Esta es sin duda la película más personal para el hito neoyeorquino, el cual siempre tuvo una relación tormentosa con su propia fe. Este último título supone su reto más grande, desde que se puso tras las cámaras, ya que tardó nada más y nada menos que dos décadas en iniciar su producción debido a que no se sentía lo suficientemente apto para hacerla. Quizá por eso lo más adeptos a su estilo estén descontentos con el resultado final; porque tuvo que adaptarse a nuevos horizontes. Pero además de distinguirse por una historia desafiante para el espectador y una ambientación y fotografía con momentos de grandeza, Silencio cuenta también con unas interpretaciones excelentes; sobretodo de su reparto nipón. Pese a echar en falta un protagonista que llevara el peso durante el viaje, no pude evitar empatizar mucho más con sus personajes indígenas. Ni la interpretación de Andrew Garfield ni su personaje estuvieron a la altura del filme; pero éste fue rescatado por unas interpretaciones secundarias soberbias, sobre las cuales Scorsese pudo elaborar su mensaje. ¿Qué diferencia hay entre creencias? ¿hay valores universales a todos los pueblos? ¿pueden los débiles ser exculpados de sus pecados? ¿tenemos salvación?


7) Hacksaw Ridge. La cinta bélica más impactante en lo que va de década; así podría resumir mis sentimientos cuando salí de la sala. Mel Gibson dispuso de mucho menos presupuesto y la mitad de tiempo de rodaje que en Braveheart (1995) y pese a ello, consiguió confeccionar un filme arrollador. Empezando por la increíble historia de un héroe de carne y hueso que tuvo más de “super” que cualquier otro este año y nos recordaba que para salvar vidas no hay necesidad de quitar otras. Desmond Doss logro lo imposible y todo ello gracias a una fe que actuaba de combustible para sus heroicidades. Este objetor de conciencia nos recordó a todos que creer en algo constructivo -en lo que sea- y aplicarlo en tu día a día puede salvar vidas. Que no hacen falta símbolos o sermones para sentir tu fe reafirmada; que la convicción humana mueve montañas. Creo que Hasta el último hombre merece que se hable de ella, porque consigue mostrar una belleza inmaculada de entre la monstruosidad que representa la guerra.


6) Kubo y las dos cuerdas mágicas. La obra magna del estudio Laika es, sin duda alguna la mejor cinta de animación que hayan visto mis ojos el año pasado. Debo advertir que aún no he visto Tu nombre (Kimi no na wa en su título original) por lo que mi veredicto puede estar sujeto a cambio; pero si atendemos a lo visto, Kubo nos cogió a todos por sorpresa. No solo por su cuidado estilo de animación stop-motion (una debilidad personal) sino también por la maravillosa aventura que narra. Cuando entré en la sala había un montón de niños que seguramente recordarán por siempre esta experiencia cinéfila y ya sólo por eso merece ocupar un puesto en el podio. Tal y como hiciera Vaiana, la ópera prima de Travis Knight toma una cultura extranjera como inspiración para contarnos una fábula universal sobre el poder del amor y la unión familiar. Este es el tipo de entretenimiento que todos los amantes al cine queremos; que la diversión no cercene la enseñanza sino que la promulgue. Kubo excede en todos los apartados posibles: desde su exquisita ambientación oriental hasta sus entrañables personajes, pasando por una banda sonora inolvidable que incorpora una versión del temazo de George Harrison “While my guitar gently weeps”.


5) Manchester frente al mar. La película más demoledora del año cuenta además con algunas de las mejores interpretaciones de 2016. Todo el reparto demuestra un compromiso enorme a la hora de encarnar fielmente sus personajes y transmitir los problemas a los se enfrentan. La última obra de Kenneth Lonergan es un "tour de force" para el espectador; si opinas que el cine es una forma de transportarte a otro mundo, Manchester frente al mar no es tu película. Sin embargo, si eres una de esas personas que agradece un cine más humanizado con personajes con los que puedes conectar fácilmente ésta es tu película. La combinación entre alegría y tristeza es algo de lo que siempre huyen los narradores temerosos de fracasar en el intento. No obstante, Lonergan sabe equilibrar cual malabarista ambas facetas de la vida de tal forma que, cuando llegan los malos tragos, éstos son más eficaces. Esta es el retrato más crudo sobre las dificultades de la vida; sobre cómo ésta puede derrotarte y tumbarte a la lona definitivamente, convirtiendo tu existencia en un tránsito miserable hacia la muerte. Lo dicho: no es una obra para cualquiera pero si conectas con ella y empatizas con los obstáculos a los que se enfrentan sus personajes, entonces reconocerás la calidad de este filme.


4) Yo, Daniel Blake. Ken Loach es el símbolo del cine protesta; él es uno de los últimos paladines de la denuncia social y con esta película vuelve a ahondar su bandera con fuerza. Este vehemente cineasta inglés regresa a las pantallas para contarnos otra historia sobre las dificultades de la sociedad actual, donde las injusticias están a la orden del día. En esta ocasión la víctima es Daniel Blake, un obrero inglés de 60 años que sufre un problema grave de salud que le ha obligado a retirarse. Sin embargo, cuando acude a las ayudas sociales éstas le obligan a buscar un nuevo trabajo si no quiere recibir una sanción. Un filme necesario y realista que no evita mostrar la verdadera cara de la burocracia intoxicada; Loach no rehuye la crudeza, cuando ésta representa la verdad, ni busca análisis maniqueos sobre el origen del problema. El verdadero objetivo de esta obra es concienciar y buscar la complicidad del espectador; abrirnos los ojos a la esperpéntica situación que atraviesan tantas personas cercanas a nosotros. No hay que ir muy lejos porque la calvarie se sucede todos los días en las calles de nuestras ciudades y Ken Loach busca nuestra reacción.


3) Toni Erdmann. Pocas historias fueron contadas con tanta mordacidad este año como la alemana Toni Erdmann, que plantea el problema generacional sobre cómo compaginar la vida personal y la profesional -si es que se puede-. Para ello, la realizadora Maren Ade cuenta con una interpretación excelsa de Peter Simonischek como el afectivo padre que emprende un viaje a Bucarest -donde trabaja su hija- para intentar conocerla mejor y saber si la vida que lleva le proporciona la felicidad que necesita. Cierto es que la cinta no es perfecta; entre otras cosas, la duración me resultó excesiva. Pero una mancha no emborrona la que se convertirá, con el tiempo, en una película referencial para toda una generación.


2) Paterson. En su última obra, el rey del cine independiente norteamericano Jim Jarmusch convierte lo ordinario en extraordinario. La historia nos presenta a Paterson, un humilde y afable conductor de autobuses que no por ello descarta su pasión por la poesía. Tanto él como su novia parecen ajenos a la realidad que les rodea; no porque cierren sus ojos a la realidad sino porque, de vez en cuando, también les gusta mirar al infinito y soñar. Su trabajo sólo es una máscara social para ganarse la vida y pagar el alquiler, ya que en su fuero interno su pasión cobra protagonismo. Para inspirarse utiliza cualquier objeto, comportamiento o individuo con el que interactúe. Mientras, su pareja cumple la función de contrapeso; él duda constantemente de su talento y ella renueva cada día sus ilusiones. Lo que más me gusto de la película es cómo Jarmusch transforma la rutina en diversión para el espectador; uno de los grandes tabúes para el narrador de historias –la reiteración- funda en esta ocasión las bases del éxito. El realizador y guionista ha creado una pequeña obra de arte que entretiene e ilustra maravillosamente el proceso creativo del artista. Paterson es la fiel representación de un hombre cualquiera con grandes sueños.



1) La La Land. Tras hablar de estas nueve cintas que preceden a ésta, voy cayendo en la cuenta que 2016 ha sido un año cinematográfico muy variado. Hemos tenido grandes thrillers españoles y pequeños dramas europeos pero todas fueron historias excelentes. Sin embargo, La ciudad de las estrellas se llevó la palma ya que aúna la espectacularidad de los grandes escenarios hollywodienses con el drama intimista del cine europeo. El director Damien Chazelle creó el híbrido perfecto entre las coreografías de Fred Astaire y Ginger Rogers y la nouvelle vague de Jacques Demy. Convirtió a Los Angeles en su musa –tal y como hiciera Woody Allen con Manhattan- y la vistió con sus mejores galas, sin apartar su mirada de la aplastante realidad que esconde. Y es que la ciudad de los sueños también guarda una faceta “jekylliana”, cuando la difícil realidad de la industria devora tantas aspiraciones personales. Lo verdaderamente grande de este título es su retrato de la tormentosa relación entre el artista y la notoriedad y cómo esto afecta las relaciones sentimentales. Al fin y al cabo, la vida es un cúmulo de decisiones que van creando un camino; nos guste o no, a dónde se dirija este camino será el reflejo de dichas elecciones.