La factura de la luz es lo más escalofriante

No apagues la luz es un corto, convertido en película, que podéis ver en Youtube y que cuenta con una idea simple aunque efectiva; una criatura que aparece sólo en la oscuridad y que te da caza cuando bajas la guardia y apagues la luz. Escrito y dirigido por David F. Sandberg, este cortometraje ganó tanta popularidad en las redes que un ávido James Wan le dio la oportunidad de su vida cuando su productora, Atomic Monster, decidió sufragarle una película. La historia gira alrededor de una familia cuya madre sufre depresión e inestabilidad emocional a causa de un misterio de su pasado. Ah y además hay una criatura que, justo como en el corto, acecha en la oscuridad tanto a ella como a su familia. Cuenta con Maria Bello en el papel de madre y con Teresa Palmer como hija mayor. Buen reparto, buena productora y una idea original. Éxito asegurado, ¿verdad?


Arrancaré hablando del trabajo del director y guionista Sandberg. Es evidente que todo este proyecto lo pilló por sorpresa. Hizo un corto, un buen corto, que sobrepasó todas sus limitaciones y se expandió por Hollywood como la pólvora y Nadie, ni siquiera el mayor amante de aquel cortometraje imaginaba que tres años después éste se convertiría en largometraje. La presión de llevar esta pequeña idea a una obra coherente y entretenida pudo con él y es comprensible. El susto que hizo viral aquel corto aquí se malgasta en los primeros minutos y nunca sabe como salir de ese bucle. Noventa minutos en los que vive de las rentas, quizá porque nunca sabe como superar o al menos igualar su fantástica propuesta inicial. A veces, cuando un monstruo extraño que aparece sólo en la más absoluta oscuridad te persigue es mejor no explicar ni por qué ni cómo demonios ocurre. Mike Myers no tiene explicación, no es humano y eso lo hace aterrador. Este principio parece ignoto para Sandberg, que busca a través de un complejo drama familiar dar sentido a todo esta tontería. Señor Sandberg, no intente innovar dentro de un género que existe desde el expresionismo alemán. Fusionar el terror con el melodrama es la peor idea que ha engendrado el cine desde que a algún lumbrera se le ocurriera hacer una adaptación del videojuego Super Mario Bros. -sí, esa película existe y la protagoniza el gran Bob Hoskins-. Cambiar de escenario y de víctima no basta como excusa para meternos una y otra vez el mismo susto. Lo peor -y mira que hay mucho mal en esta obra- es que ni siquiera se preocupa por dejar algo a la imaginación ni nos guarda ningún secreto aterrador para el final. Es tan insultantemente reveladora que Pamela Anderson os parecerá una beata en comparación. 

Pero, ¿qué hace una actriz consolidada como Maria Bello en esta abominación? Ese es el único secreto que guarda y, desgraciadamente, no desvela. Ella es la única razón que hace de esta abominación algo menos execrable. Y no es porque su personaje guarde un mínimo de interés, no. Más bien es por su profesionalidad y pundonor cuando el barco está claramente hundiéndose. Su esfuerzo es meritorio y haciendo una analogía, sería comparable al que hizo la orquesta del famoso transatlántico Titanic. Los demás están correctos, que ya es mucho decir teniendo en cuenta el material con el que contaban. Mención especial para Teresa Palmer, que lleva desde 2008 haciendo el papel de adolescente. Y no querría olvidarme del niño coprotagonista que paradójicamente resulta ser el personaje más maduro, calmado y adulto de la cinta. Es verdaderamente espeluznante. 


La fotografía es, sin duda alguna, la faceta más notable aunque tampoco levantemos las manos al cielo antes de tiempo. Tiene alguna técnica de iluminación interesante y, teniendo en cuenta que ese debería ser el principal llamativo de una obra de terror protagonizada por una bestia que desaparece al encender las luces, no debería sorprender a nadie. No mencionaré la banda sonora, porque es inexistente. 

En conclusión, No apagues la luz no logra satisfacer al aficionado de terror mínimamente exigente. Si de verdad os gusta la idea, limitaos a ver el corto gratuito en Youtube pero no caigáis en la trampa de James Wan y David Sandberg. Este es un claro ejemplo de sacacuartos; aprovecharse de la curiosidad del espectador para colarnos un tostón de cuidado. No asusta, el diseño de producción es mediocre, la historia es y desenlace previsible -aunque de haberse ejecutado con mayor técnica podría haber resultado efectivo-. La moraleja que nos deja es que no siempre tres minutos pueden extenderse en noventa.

3/10: EL MONSTRUO QUE TRABAJABA PARA LAS ELECTRICAS.

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