El poder de la imaginación

Los duendes del polvo, el gatobús y por supuesto Totoro, estos son algunos de los personajes de fantasía creados para la ocasión por el genio fantasioso por excelencia Miyazaki. Una ubicación pura, natural y por encima de todo utópica, en medio de la campiña japonesa (con sus arrozales, praderas y bosques intrínsecos) sitúan a una familia protagonizada por, como no podía ser de otra manera, dos niñas imaginativas y soñadoras, curiosas y fisgonas, tiernas e inocentes. Todo un alarde de creatividad por parte del realizador, que nos sumerge en su mundo en apenas hora y media y logra transmitir esa importancia y vitalidad al medio natural, a los orígenes de la sociedad, esa en la que todos arrimábamos el hombro por el vecino y en la que la tranquilidad era una constante. Pasando al apartado técnico, el estudio Ghibli lo logra de nuevo, haciendo de la película un espectáculo visual y colorido, donde cada escena es especial, única y fresca. Por último, la banda sonora. Este es mi apartado más sobresaliente ya que relaja al espectador y a la vez resulta un ingrediente fundamental del film debido a que no es meramente ambiental, ni mucho menos. A ratos, resulta enriquecedor cerrar los ojos y disfrutar de la combinación de piano y chelo que nos propone el magnífico Joe Hisaishi. "Kaze No Tori Machi", por ejemplo, está a la altura de cualquiera de las mejores composiciones hechas para el cine.


Mi veredicto es rotundo, esta es una de esas escasas películas que tanto niños como adultos agradecen. Los niños soñarán, emularán sus aventuras y vivirán una experiencia inestimable. Los adultos reflexionarán, verán su trasfondo y les devolverá a la época en la que la malicia reinante de una sociedad cambiada todavía no había calado ni en sus mentes ni en sus corazones.

8.5/10: LA GRANDEZA DE LA INOCENCIA

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